miércoles, 27 de octubre de 2010

Dolor


Página 12

El ex presidente había sido hospitalizado esta mañana tras sufrir un paro cardiorespiratorio. Se encontraba en El Calafate junto a su esposa, la presidenta Cristina Fernández. Kirchner, de 60 años, ya había sido intervenido de urgencia en febrero por una afección en la arteria carótida derecha y en septiembre había sufrido una obstrucción en una arteria coronaria, por la que fue sometido a una angioplastia. "Nuestro país lo necesitaba tanto a este hombre. Se fue alguien indispensable", dijo la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.


La presidenta Cristina Fernández se encontraba junto a su esposo cuando éste se descompuso y fue trasladado de urgencia al hospital municipal de esa ciudad patagónica.

"Falleció a raíz de un episodio de muerte súbita", informó el médico presidencial Luis Buonomo.

El 11 de septiembre último, el ex mandatario había sido sometido a una angioplastía por una obstrucción en una arteria coronaria en el Sanatorio Los Arcos. El presidente del partido justicialista había sido sometido en febrero a otra intervención por una obstrucción en la arteria carótida derecha.

Kirchner fue presidente de los argentinos en el período comprendido entre 2003 y 2007. Estaba casado desde 1975 con Cristina Fernández, con quien tuvo dos hijos, Máximo y Florencia.

domingo, 24 de octubre de 2010

Convocan para el 6 de noviembre consulta nacional para la transformación universitaria

El objetivo de la consulta es hacer una discusión popular que trascienda de las paredes de los recintos universitarios / Existe la necesidad de construir un nuevo modelo de universidad plural e incluyente

Delegados estudiantiles, reunidos este sábado en Caracas, acordaron llamar a una consulta nacional el próximo 6 de noviembre, con el propósito de debatir con el pueblo sobre la transformación universitaria. La cita será en todas las Plazas Bolívar del país.

La jornada se realizó en la sala Anna Julia Rojas de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Uneartes), en Caracas, donde se dieron cita unos 200 delegados estudiantiles quienes debatieron acerca de la necesidad de una profunda transformación universitaria acorde con la actual realidad del país.

Vicente Moronta, estudiante de la Universidad Central de Venezuela (UCV), expresó que el objetivo de la consulta es hacer una discusión popular que trascienda de las paredes de los recintos universitarios y se convierta en un debate nacional que incluya a todos los sectores de la sociedad.

"Evidentemente, esta discusión popular nacional estará impregnada de la polarización que existe en nuestro país, marcada por la lucha de clases, puesto que unos defenderán el modelo escolástico y corporativo de las universidades privatizadas y otros vamos a apostar por un nuevo modelo de universidad plural e incluyente que queremos construir", manifestó Moronta.

Además, anunció que el jueves 11 de noviembre realizarán una marcha hasta la Asamblea Nacional (AN) en la que entregarán las propuestas para una nueva Ley de Universidades que impulse los valores y principios verdaderamente socialistas.

"Esta movilización permitirá ejercer una presión social de calle desde las bases de apoyo de la revolución para que se lleven a cabo algunos cambios sustantivos que tienen que darse en el modelo universitario", expuso.

Entretanto, Octavio Sánchez, estudiante de la Universidad Experimental Politécnica Antonio José de Sucre (Unexpo), convocó a todo el pueblo de Venezuela a participar activamente en el referendo para la transformación universitaria.

"Todos los sectores universitarios del país estamos en este pleno nacional para dar un giro, una transformación a la Ley de Universidades, porque ya no podemos seguir con una norma excluyente y capitalista que deja de lado a la población menos favorecida de la sociedad venezolana", acotó Sánchez.

Por su parte, Carlos Brito, estudiante de la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (Unerg) en el estado Guárico, expresó que al llevar las propuestas hasta el Poder Legislativo "podremos exigir a los diputados una nueva Ley de Universidades que esté acorde con las necesidades del pueblo venezolano".

Destacó que desde hace un tiempo en todas las universidades del país han venido desarrollando diferentes actividades en función de darle forma y avanzar en las propuestas que sobre el nuevo instrumento jurídico discutieron y debatieron este sábado.

En la actividad participaron estudiantes de las siguientes universidades: Unexpo, UCV, Unerg, Pedagógica Experimental Libertador (Upel), Nacional Experimental de los Llanos Ezequiel Zamora (Unellez), de Carabobo (UC), de Oriente (UDO), Bolivariana de Venezuela (UBV) y de Los Andes (ULA).

También estuvieron presentes representantes de las misiones sociales Sucre y Ribas, así como del Movimiento Marzo-28 (M-28).

(VTV/AVN)

domingo, 17 de octubre de 2010

Sobreexplotación


Página 12.

Por Alfredo Zaiat

El rescate de los 33 mineros chilenos provocó un impresionante alivio y emoción mundial. El derrumbe, la sobrevida y el traslado a la superficie de esos obreros desde el socavón fue un proceso dramático asimilado por la mayoría como un inmenso milagro. Se presentó como un acontecimiento originado en la naturaleza y desenlace en la providencia. Es evidente que una cuota de mala y buena fortuna prevaleció en semejante suceso, pero eso no fue lo único para explicarlo. El “milagro” del yacimiento de San Esteban adquiere su total dimensión cuando se privilegia en el análisis un factor central de esta historia referido a la característica del modelo laboral chileno. La eficiencia para el rescate es un hecho notable, pero esa virtud no debe ocultar que esa instancia ocurrió por un previo desprecio empresario a la vida de trabajadores. La sobreexplotación, desprotección social y la desaprensión en materia de seguridad constituyen rasgos estructurales del mercado laboral chileno. En algunas voces que dominaron el espacio público en estos días, el elogio exagerado, la mención de envidia por el orden y la ponderación de la calidad de la sociedad trasandina encierra el deseo de imitar el esquema de relaciones laborales y empresarias de Chile. Vale conocer algunas de sus particularidades para evitar distracciones.

El paradigma económico y sociopolítico neoliberal existente en Chile ha posibilitado la existencia de relaciones de trabajo altamente flexibilizadas, lo que ha implicado en variados casos un deterioro de las condiciones laborales y sociales de los trabajadores. El regreso a la democracia luego de la dictadura de Pinochet no ha implicado, sin embargo, un restablecimiento de normas de protección de los trabajadores. Por caso, el Código del Trabajo en su artículo 159 precisa las causales de despido. De las seis dispuestas, la última establece “caso fortuito o fuerza mayor”. Esa condición tan amplia permite a los empleadores golpeados por acontecimientos que no pueden prever, poner fin a los contratos de trabajo sin indemnizaciones. Esto se aplica, por ejemplo, ante naufragios, terremotos y actos de autoridad, como el toque de queda. Hace pocos meses, empresarios de las zonas afectadas por el fabuloso sismo de fines de febrero de este año, que alcanzó el centro y sur del país, empezaron a despedir trabajadores “con causa”. Así muchos no sólo padecieron la destrucción de su vivienda sino que también perdieron su empleo.

En Chile las reformas laborales comenzaron a implementarse ya en la década del setenta con la dictadura militar. Sandra Leiva Gómez, de la Universidad Arturo Prat, del Departamento de Ciencias Sociales en Iquique, explica en La subcontratación en la minería en Chile: elementos teóricos para el análisis que “en 1979 se promulgaron tres importantes leyes que tendían a flexibilizar fuertemente el mercado laboral. A través de la promulgación de éstas y otras leyes que le siguieron, las relaciones laborales tanto individuales como colectivas se tornaron altamente flexibilizadas”. Señala que durante los gobiernos de la Concertación se fueron realizando sucesivas reformas al Código del Trabajo, pero todavía permanecen importantes normas que dan cuenta de la inmensa flexibilidad laboral. Leiva Gómez apunta que en materia de relaciones laborales colectivas, los niveles de sindicalismo que ya habían disminuido drásticamente debido a la dictadura no han logrado recuperarse e incluso han continuado disminuyendo en democracia.

Un estudio realizado por el banco suizo UBS publicado por el semanario británico The Economist destaca que los trabajadores en Santiago de Chile tienen las jornadas laborales más largas de cualquier otra ciudad en el mundo, al sumar un promedio de 2244 horas trabajadas en el año. Los mineros chilenos trabajan en promedio 51 horas a la semana, más que cualquier otro sector de la economía (la media nacional es de 48,4 horas), según un estudio realizado por la Dirección del Trabajo. Esto implica 2754 horas al año. Esto se denomina sobreexplotación.

La cantidad de trabajadores ocupados en la minería chilena ha crecido en forma considerable, según la Encuesta Laboral de la Dirección del Trabajo. Mientras en 1985 existían 67.100 trabajadores empleados en este rubro, en 2005 había 133.989 trabajadores. En veinte años prácticamente se duplicó la cantidad de trabajadores mineros. A la vez, en los últimos diez años la cantidad de empresas mineras han aumentado en un 270 por ciento, casi se han triplicado. La cantidad de mineras era de 1322 en 1997, y en 2006 llegó a 3628. Ese espectacular crecimiento, en un marco de flexibilización laboral y normas favorables a las empresas, encuentra otro factor clave para ese desarrollo: la subcontratación, relación que precariza aún más el vínculo laboral. La especialista Leiva Gómez ilustra que en 1985 existía un bajo porcentaje (4,7 por ciento) de trabajadores empleados en mineras contratistas, y en 2005 este porcentaje crece en más de trece veces, llegando al 64,1 por ciento de trabajadores ocupados en contratistas.

La subcontratación es una herramienta de las compañías en su estrategia de flexibilizar aún más el mercado laboral. De esta forma, buscan abaratar costos de producción a través de esos mecanismos. Estos cambios han provocado profundas transformaciones en la sociedad, una de las cuales se refiere a la disminución del empleo clásico. El trabajo asalariado ha ido perdiendo preeminencia, y frente a él, han aparecido modalidades atípicas de empleo. Estas nuevas formas de empleo implican en algunos casos una pérdida de protección. Esa política para facilitar elevadas tasas de rentabilidad queda en evidencia cuando se producen catástrofes como la de los 33 mineros. Pero durante dos décadas, el yacimiento San José y su vecino San Antonio presentaron problemas de derrumbes, ventilación y vías de evacuación que no fueron subsanados por la empresa y derivaron en sucesivos accidentes fatales.

Luis Urzúa, el último de los 33 mineros en salir a la superficie, lo primero que le dijo al presidente de Chile, Sebastián Piñera, fue: “Espero que esto nunca más nos vuelva a ocurrir”. En esa misma línea, el último rescatista, Manuel González, luego de salir de la cápsula Fénix, le dijo a Piñera: “Ojalá esto no vuelva a suceder, que nos sirva de experiencia y que las cosas en la minería chilena sean diferentes”. La flexibilización, precariedad, el régimen de subcontratistas y las laxas medidas de seguridad son las características del modelo laboral chileno que no merecen el elogio, que en forma tan liviana se escuchó en estos días, para así poder cumplir con el deseo de esos mineros y rescatistas.

miércoles, 13 de octubre de 2010

12 DE OCTUBRE .......EDUARDO GALEANO





12 de octubre, el "descubrimiento" de América y la historia oficial... Caras y caretas

Eduardo Galeano

¿Cristóbal Colón descubrió América en 1492? ¿O antes que él la
descubrieron los vikingos? ¿Y antes que los vikingos? Los que allí vivían, ¿no
existían?
Cuenta la historia oficial que Vasco Núñez de Balboa fue el primer
hombre que vio, desde una cumbre de Panamá, los dos océanos. Los que allí
vivían, ¿eran ciegos?
¿Quiénes pusieron sus primeros nombres al maíz y a la papa y al
tomate y al chocolate y a las montañas y a los ríos de América? ¿Hernán Cortés,
Francisco Pizarro? Los que allí vivían, ¿eran mudos?
Nos han dicho, y nos siguen diciendo, que los peregrinos del
Mayflower fueron a poblar América. ¿América estaba vacía?
Como Colón no entendía lo que decían, creyó que no sabían hablar.
Como andaban desnudos, eran mansos y daban todo a cambio de nada,
creyó que no eran gentes de razón.
Y como estaba seguro de haber entrado al Oriente por la puerta de
atrás, creyó que eran indios de la India.
Después, durante su segundo viaje, el almirante dictó un acta
estableciendo que Cuba era parte del Asia.
El documento del 14 de junio de 1494 dejó constancia de que los
tripulantes de sus tres naves lo reconocían así; y a quien dijera lo contrario se
le darían cien azotes, se le cobraría una pena de diez mil maravedíes y
se le cortaría la lengua.
El notario, Hernán Pérez de Luna, dio fe.
Y al pie firmaron los marinos que sabían firmar.
Los conquistadores exigían que América fuera lo que no era. No veían
lo que veían, sino lo que querían ver: la fuente de la juventud, la ciudad
del oro, el reino de las esmeraldas, el país de la canela. Y retrataron a los
americanos tal como antes habían imaginado a los paganos de Oriente.
Cristóbal Colón vio en las costas de Cuba sirenas con caras de hombre
y plumas de gallo, y supo que no lejos de allí los hombres y las
mujeres tenían rabos.
En la Guayana, según sir Walter Raleigh, había gente con los ojos en
los hombros y la boca en el pecho.
En Venezuela, según fray Pedro Simón, había indios de orejas tan
grandes que las arrastraban por los suelos.
En el río Amazonas, según Cristóbal de Acuña, los nativos tenían los
pies al revés, con los talones adelante y los dedos atrás, y según Pedro
Martín de Anglería las mujeres se mutilaban un seno para el mejor disparo de
sus flechas.
Anglería, que escribió la primera historia de América pero nunca
estuvo allí, afirmó también que en el Nuevo Mundo había gente con rabos,
como había contado Colón, y sus rabos eran tan largos que sólo podían sentarse
en asientos con agujeros.
El Código Negro prohibía la tortura de los esclavos en las colonias
francesas. Pero no era por torturar, sino por educar, que los amos
azotaban a sus negros y cuando huían les cortaban los tendones.
Eran conmovedoras las leyes de Indias, que protegían a los indios en
las colonias españolas. Pero más conmovedoras eran la picota y la horca
clavadas en el centro de cada Plaza Mayor.
Muy convincente resultaba la lectura del Requerimiento, que en
vísperas del asalto a cada aldea explicaba a los indios que Dios había venido al
mundo y que había dejado en su lugar a San Pedro y que San Pedro tenía por
sucesor al Santo Padre y que el Santo Padre había hecho merced a la reina de
Castilla de toda esta tierra y que por eso debían irse de aquí o
pagar tributo en oro y que en caso de negativa o demora se les haría la
guerra y ellos serían convertidos en esclavos y también sus mujeres y sus hijos.
Pero este Requerimiento de obediencia se leía en el monte, en plena noche,
en lengua castellana y sin intérprete, en presencia del notario y de
ningún indio, porque los indios dormían, a algunas leguas de distancia, y no
tenían la menor idea de lo que se les venía encima.
Hasta no hace mucho, el 12 de octubre era el Día de la Raza.
Pero, ¿acaso existe semejante cosa? ¿Qué es la raza, además de una
mentira útil para exprimir y exterminar al prójimo?
En el año 1942, cuando Estados Unidos entró en la guerra mundial, la
Cruz Roja de ese país decidió que la sangre negra no sería admitida en sus
bancos de plasma. Así se evitaba que la mezcla de razas, prohibida en la
cama, se hiciera por inyección.
¿Alguien ha visto, alguna vez, sangre negra?
Después, el Día de la Raza pasó a ser el Día del Encuentro.
¿Son encuentros las invasiones coloniales? ¿Las de ayer, y las de
hoy, encuentros? ¿No habría que llamarlas, más bien, violaciones?
Quizás el episodio más revelador de la historia de América ocurrió en
el año 1563, en Chile. El fortín de Arauco estaba sitiado por los indios,
sin agua ni comida, pero el capitán Lorenzo Bernal se negó a rendirse. Desde
la empalizada, gritó:
-¡Nosotros seremos cada vez más!
-¿Con qué mujeres? -preguntó el jefe indio.
-Con las vuestras. Nosotros les haremos hijos que serán vuestros
amos.
Los invasores llamaron caníbales a los antiguos americanos, pero más
caníbal era el Cerro Rico de Potosí, cuyas bocas comían carne de indios para
alimentar el desarrollo capitalista de Europa.
Y los llamaron idólatras, porque creían que la naturaleza es sagrada
y que somos hermanos de todo lo que tiene piernas, patas, alas o raíces.
Y los llamaron salvajes. En eso, al menos, no se equivocaron. Tan
brutos eran los indios que ignoraban que debían exigir visa, certificado de
buena conducta y permiso de trabajo a Colón, Cabral, Cortés, Alvarado,
Pizarro y los peregrinos del Mayflower

domingo, 3 de octubre de 2010

Nota sobre el frustrado golpe de estado en Ecuador. Atilio Borón

CUBADEBATE

1. ¿Qué pasó ayer en Ecuador?

Hubo una tentativa de golpe de estado. No fue, como dijeron varios medios en América Latina, una “crisis institucional”, como si lo ocurrido hubiera sido un conflicto de jurisdicciones entre el Ejecutivo y el Legislativo sino una abierta insurrección de una rama del primero, la Policía Nacional, cuyos efectivos constituyen un pequeño ejército de 40.000 hombres, en contra del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas del Ecuador, que no es otro que su presidente legítimamente electo. Tampoco fue lo que dijo Arturo Valenzuela, Subsecretario de Estado de Asuntos Interamericanos, “un acto de indisciplina policial”. ¿Caracterizaría de ese modo lo ocurrido si el equivalente de la Policía Nacional del Ecuador en EEUU hubiera vapuleado y agredido físicamente a Barack Obama, lesionándolo; lo hubiera secuestrado y mantenido en reclusión durante 12 horas en un hospital policial hasta que un comando especial del Ejército lo liberaba luego de un intenso tiroteo? Seguramente que no, pero como se trata de un mandatario latinoamericano lo que allá suena como intolerable aberración aquí aparece como una travesura de escolares.

En general todos los oligopolios mediáticos ofrecieron una versión distorsionada de lo ocurrido el día de ayer, evitando cuidadosamente hablar de tentativa de golpe de estado. En lugar de eso se referían a una “sublevación policial” lo cual, a todas luces, convierte los acontecimientos del Jueves en una anécdota relativamente insignificante. Es un viejo ardid de la derecha, siempre interesada en restar importancia a las tropelías que cometen sus partidarios y a magnificar los errores o problemas de sus adversarios. Por eso viene bien recordar las palabras pronunciadas este Viernes, en horas de la mañana, por el presidente Rafael Correa cuando caracterizó lo ocurrido como “conspiración” para perpetrar un “golpe de estado”. Conspiración porque, como fue más que evidente en el día de ayer, hubo otros actores que manifestaron su apoyo al golpe en gestación : ¿no fueron acaso efectivos de la Fuerza Aérea Ecuatoriana -y no de la Policía Nacional- los que se paralizaron al Aeropuerto Internacional de Quito y el pequeño aeródromo utilizado para vuelos provinciales? ¿Y no hubo grupos políticos que salieron a apoyar a los golpistas en calles y plazas? ¿No fue el propio abogado del ex presidente Lucio Gutiérrez uno de los energúmenos que trató de entrar por la fuerza a las instalaciones de la Televisión Nacional del Ecuador? ¿No dijo acaso el Alcalde de Guayaquil, y gran rival del presidente Correa, Jaime Nebot, que se trataba de un conflicto de poderes entre un personaje autoritario y despótico, Correa, y un sector de la policía, equivocado en su metodología pero a quien le asistía la razón en sus reclamos? Esta falsa equidistancia entre las partes en conflicto era una indirecta confesión de su complacencia ante los acontecimientos en curso y de su íntimo deseo de librarse de su -hasta ahora al menos- inexpugnable enemigo político. Para ni hablar de la lamentable involución del movimiento “indígena” Pachakutik, que en medio de la crisis hizo pública su convocatoria al “movimiento indígena, movimientos sociales, organizaciones políticas democráticas, a constituir un solo frente nacional para exigir la salida del Presidente Correa.” ¡Sorpresas te da la vida”, decía Pedro Navaja; pero no hay tal sorpresa cuando uno toma nota de los generosos aportes que la USAID y el National Endowment for Democracy han venido haciendo en los últimos años para “empoderar” a la ciudadanía ecuatoriana a través de sus partidos y movimientos sociales.

Conclusión: no fue un pequeño grupo aislado dentro de la policía quien intentó dar el golpe sino un conjunto de actores sociales y políticos al servicio de la oligarquía local y el imperialismo, que jamás le va a perdonar a Correa haber ordenado el desalojo de la base que Estados Unidos tenía en Manta, la auditoría de la deuda externa del Ecuador y su incorporación al ALBA, entre muchas otras causas. Incidentalmente, la policía ecuatoriana hace ya muchos años que, al igual que otras de la región, viene siendo instruida y adiestrada por su contraparte estadounidense. ¿Habrán incluido alguna clase de educación cívica, o sobre la necesaria subordinación de las fuerzas armadas y policiales al poder civil? No parece. Más bien, actualiza la necesidad de poner fin, sin más dilaciones, a la “cooperación” entre las fuerzas de seguridad de la mayoría de los países latinoamericanos y las de Estados Unidos. Ya se sabe que es lo que enseñan en esos cursos.

2. ¿Por qué fracasó el golpe de estado?

Básicamente por tres razones: en primer lugar, por la rápida y efectiva movilización de amplios sectores de la población ecuatoriana que, pese al peligro que existía, salió a ocupar calles y plazas para manifestar su apoyo al presidente Correa. Ocurrió lo que siempre debe ocurrir en casos como estos: la defensa del orden constitucional es efectiva en la medida en que es asumida directamente por el pueblo, actuando como protagonista y no como simple espectador de las luchas políticas de su tiempo. Sin esa presencia del pueblo en calles y plazas, cosa que había advertido Maquiavelo hace quinientos años, no hay república que resista los embates de los personeros del viejo orden. El entramado institucional por sí sólo es incapaz de garantizar la estabilidad del régimen democrático. Las fuerzas de la derecha son demasiado poderosas y dominan ese entramado desde hace siglos. Sólo la presencia activa, militante, del pueblo en las calles puede desbaratar los planes golpistas.

En segundo lugar, el golpe pudo ser detenido porque la movilización popular que se desarrolló con gran celeridad dentro del Ecuador fue acompañada por una rápida y contundente solidaridad internacional que se comenzó a efectivizar ni bien se tuvieron las primeras noticias del golpe y que, entre otras cosas, precipitó la muy oportuna convocatoria a una reunión urgente y extraordinaria de la UNASUR en Buenos Aires. El claro respaldo obtenido por Correa de los gobiernos sudamericanos y de varios europeos surtió efecto porque puso en evidencia que el futuro de los golpistas, en caso de que sus planes finalmente culminaran exitosamente, sería el ostracismo y el aislamiento político, económico e internacional. Se demostró, una vez más, que la UNASUR funciona y es eficaz, y la crisis pudo resolverse, como antes la de Bolivia, en 2008, sin la intervención de intereses ajenos a América del Sur.

Tercero, pero no último en importancia, por la valentía demostrada por el presidente Correa, que no dio brazo a torcer y que resistió a pie firme el acoso y la reclusión de que había sido objeto pese a que era más que evidente que su vida corría peligro y que, hasta último momento, cuando se retiraba del hospital, fue automóvil fue baleado con claras intenciones de poner fin a su vida. Correa demostró poseer el valor que se requiere para acometer con perspectivas de éxito las grandes empresas políticas. Si hubiese flaqueado, si se hubiera acobardado, o dejado entrever una voluntad de someterse al designio de sus captores otro habría sido el resultado. La combinación de estos tres factores: la movilización popular interna, la solidaridad internacional y la valentía del presidente terminó por producir el aislamiento de los sediciosos, debilitando su fuerza y facilitando la operación de rescate efectuada por el Ejército ecuatoriano.

3. ¿Puede volver a ocurrir?

Sí, porque los fundamentos del golpismo tienen profundas raíces en las sociedades latinoamericanas y en la política exterior de Estados Unidos hacia esta parte del mundo. Si se repasa la historia reciente de nuestros países se comprueba que las tentativas golpistas tuvieron lugar en Venezuela (2002), Bolivia (2008), Honduras (2009) y Ecuador (2010), es decir, en cuatro países caracterizados por ser el hogar de significativos procesos de transformación económica y social y, además, por estar integrados a la ALBA. Ningún gobierno de derecha fue perturbado por el golpismo, cuyo signo político oligárquico e imperialista es inocultable. Por eso el campeón mundial de la violación a los derechos humanos -Álvaro Uribe, con sus miles de desaparecidos, sus fosas comunes, sus “falsos positivos”- jamás tuvo que preocuparse por insurrecciones militares en su contra durante los ocho años de su mandato. Y es poco probable que los otros gobiernos de derecha que hay en la región vayan a ser víctimas de una tentativa golpista en los próximos años. De las cuatro que hubo desde el 2002 tres fracasaron y sólo una, la perpetrada en Honduras en contra de Mel Zelaya, fue coronada exitosamente. El dato significativo es que su ejecución fue sorpresiva, en el medio de la noche, lo cual impidió que la noticia fuese conocida hasta la mañana siguiente y el pueblo tuviera tiempo de salir a ganar calles y plazas. Cuando lo hizo ya era tarde porque Zelaya había sido desterrado. Además, en este caso la respuesta internacional fue lenta y tibia, careciendo de la necesaria rapidez y contundencia que se puso de manifiesto en el caso ecuatoriano. Lección a extraer: la rapidez de la reacción democrática y popular es esencial para desactivar la secuencia de acciones y procesos del golpismo, que rara vez es otra cosa que un entrelazamiento de iniciativas que, a falta de obstáculos que se interpongan en su camino, se refuerzan recíprocamente. Si la respuesta popular no surge de inmediato el proceso se retroalimenta, y cuando se lo quiere parar ya es demasiado tarde. Y lo mismo cabe decir de la solidaridad internacional, que para ser efectiva tiene que ser inmediata e intransigente en su defensa del orden político imperante. Afortunadamente estas condiciones se dieron en el caso ecuatoriano, y por eso la tentativa golpista fracasó. Pero no hay que hacerse ilusiones: la oligarquía y el imperialismo volverán a intentar, tal vez por otras vías, derribar a los gobiernos que no se doblegan ante sus intereses.